Artemisia Gentileschi fue una de las más artistas italianas más importantes del siglo XVII. Y también una de las más desconocidas. El hecho de ser mujer no jugó a su favor, pese a ser claramente superior a muchos de sus compañeros.
Su estilo barroco tomó el dramatismo de su ídolo Caravaggio en ambiciosos cuadros históricos y religiosos (géneros inadecuados para el espíritu femenino en esa época de claroscuros), según e portal historia-arte.com.
Gentileschi nació en Roma. Su padre Orazio también era artista, así que creció en una familia rodeada de pintores y escultores en los últimos coletazos del Renacimiento, en la mejor ciudad posible para el arte. A los 16 años decidió hacerse aprendiz de su padre, pese a que era impensable que una mujer ejerciera tal oficio. Orazio, orgulloso, y sabedor que la chica era ya mejor que él y el resto de pintores de Roma, accedió a darle nociones académicas.
Con solo 17 años, esta joven produjo una de sus obras más famosas: "Susanna and the Elders" (1610), que durante muchos años se le atribuyó incorrectamente a su padre. No fue la única vez. En varias ocasiones dentro de su carrera, sus cuadros fueron adjudicados a artistas hombres.
Así que Gentileschi vivió una juventud feliz y plena. Todo perfecto hasta un día en el que con 19 años fue violada por un violador en serie, que se suponía iba a ser su maestro. Por si esto fuera poco, la chica fue torturada en el juicio (entre otras cosas sufrió un humillante examen ginecológico), para ver si decía la verdad o estaba mintiendo. El criminal fue condenado a un año de cárcel.
Desde entonces su obra cambió radicalmente. Más oscura y violenta, su pintura pareció centrarse en fantasías de venganza contra su violador.
Entre sus muchos logros, en 1616, se convirtió en la primera mujer aceptada en la Academia de Bellas Artes de Florencia, en la que también estuvo Miguel Ángel. Además, recibió el patrocinio de la famosa familia Medici e incluso entabló una amistad con el legendario científico Galileo.
Tragedias aparte, la artista es hoy considerada no sólo una de las más notables artistas del barroco italiano, sino una adelantada al feminismo. Supo pintar y representar la pintura simbólicamente, logrando un esfuerzo extraordinario de identidad en una época que ser mujer en el mundo del arte era una limitación: personajes bíblicos como Judith o Susana poblaron sus cuadros como símbolos de lucha ante el patriarcado.
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