Jueves 21 de noviembre de 2024
30 OCT 2021 - 12:18 | Opinión

Así en la tierra como en el cielo

En el día del cumpleaños 61 de Diego Armando Maradona, Fernando Signorini, el histórico preparador físico del astro lo recuerda en una charla en exclusiva con ENTRELINEAS.info. Hágase su voluntad.

El recuerdo y la magia de Diego Maradona siguen intactos en el corazón de los argentinos. Hoy cumpliría 61 años.

"El Dios del fútbol es argentino, y ahora también el papa". Hay que abrir los brazos al máximo, con los dedos bien estirados, para ver que aún falta un pedazo para dimensionar la noticia. En 2013 Jorge Mario Bergoglio fue nombrado el papa Francisco y mientras la noticia era tapa de los medios mundiales acá, nosotros, en el laburo, en la charla en la parada del colectivo, en el super, no suponíamos demasiado. Era como la evidencia que faltaba. Si Diego es el emulo de nuestro Dios mundano, claro estaba que el Papa debía de ser argentino. En un pasillo se hablaba del Papa Argentino y un espabilado guiñaba un ojo cómplice y ya se sabía que por ahí anda una estela maradoneana tirando un caño de argentinidad. Así de importante es Maradona para el futbolero argentino.

Magnetismo. “Atracción indescifrable por ese chiquito que jugaba bastante bien al fútbol”. Así lo recuerda Fernando Signorini, histórico preparador físico del Diez -a quien acompañó como jugador y luego también como entrenador en la Selección-, en una charla con ENTRELINEAS.info que se presenta como una pausa, pero que también es un homenaje al astro futbolístico argentino, fallecido el 25 de noviembre de 2020. Hoy cumpliría 61 años.  

“Pensarlo a Diego como a los afectos más queridos que ya no están es muy difícil. Sin lugar a dudas fue la persona con la que tuve experiencias que ni en mis mejores sueños hubiera imaginado. Él me salvo de una vida gris, monótona, de estar siempre en el mismo lugar” resume “el Profe” y suelta: “Conocer a Diego fue un acto de azarosidad como pocos. Fue casualidad. Cómo iba a pensar que el 24 de septiembre del ‘83 un tobillo roto iba a abrirme la puerta a uno de los mejores sueños que me haya planteado a nivel profesional y afectivo”.

Signorini, quien en la foto saltó en brazos de Diego cuando llegamos a la final en Italia 90 tiene recuerdos “que son simplemente maravillosos”. “A mis afectos queridos los pienso con una sonrisa por los recuerdos maravillosos que me hicieron pasar. La tristeza no tuvo tanto espacio en mí. No estoy de acuerdo ni quiero darle el gusto a la puta muerte de que se pavonee y ande robando lágrimas a todo el mundo”.

Atareado, siempre sin parar, desde Guadalajara, el “Mosca” se toma una pausa, piensa. “Voy a tratar de elegir entre los incontables y fantásticos recuerdos que tuve el privilegio de atesorar por culpa de ese chiquito que jugaba bastante bien al fútbol”.

  

Ese loco viaje a Moscú

La leyenda del fútbol visitó Moscú varias veces, pero el viaje más loco fue el primero, en 1990, durante la época soviética. En realidad, estuvo a punto de no ir a la capital rusa porque casi pierde el vuelo.

Llegamos a Moscú en vuelo privado, ya que él no había podido viajar con la escuadra porque estaba muy mal en esa época por todos los síntomas que la adicción le causaba”. Napoli visitaba Rusia para definir ante el Spartak Moscú los octavos de final de la Copa de Campeones.

“Recuerdo que, en el aeropuerto, al descender del avión hacía 22° bajo cero, nieve por todos lados, niebla. Llegamos al hotel y después de que los dirigentes del Napoli se mostraron ofendidos porque él no había viajado con ellos, Diego le dijo a Marcos Franchi: ‘Quiero conocer la Plaza Roja’”.

Al día siguiente era el aniversario de la Revolución de Octubre (7 de noviembre) y según la costumbre se celebraba un gran desfile en la Plaza Roja. Esa noche, la del pedido del Diez, la plaza estaba más cerrada que nunca.

“Franchi -apoderado de Maradona- fue y habló con los integrantes de la directiva del Napoli. Quisieron hacer algún trámite, pero les dijeron que no, que la plaza estaba cerrada, que había que esperar hasta el otro día. Pero Diego, más que nada encaprichado y por llevarle la contra a los dirigentes para ver hasta dónde era el poder que tenían, ellos que se creían tan poderosos, siguió insistiendo”.

Cuando se supo que iba a pasar la noche con su esposa Claudia Villafañe en el entonces Hotel Berlín, una multitud de curiosos se reunió fuera del edificio, también unos pocos periodistas y un fotoperiodista, Alexánder Jakovlev de la agencia de noticias Tass. Él fue uno de los pocos que aguantó la helada noche y quien inmortalizó al jugador en una foto poco habitual, con un largo y grueso abrigo de piel.

Después de la medianoche Diego, Claudia, Marcos, yo y un par de amigos más, no sé cómo ni por qué, pero como por obra de magia se abrieron las puertas de la Plaza Roja del Kremlin y con un frío gélido entramos a presenciar una de las cosas más bellas y maravillosas”, cuenta a ENTRELINEAS.info Signorini y cierra: “Eran las cosas que lograba Diego en esa época con ese irresistible poder que emanaba del increíble carisma que también tenía”.