Jueves 21 de noviembre de 2024
22 FEB 2023 - 10:47 | Sociedad
Historias

Tordillo: así es la vida en el municipio más pequeño de la Provincia

Una comunidad rural, con 2.600 habitantes. Una vida tranquila y un dato sorprendente: el crecimiento del 51% en su población de acuerdo con el último censo.

Tordillo, que se fundó en 1839, tiene casi 1.000 habitantes más que hace 12 años.

¿Cómo es vivir en una ciudad que tiene algo más de 2.000 habitantes? ¿Qué es lo que sus habitantes valoran y qué lo que consideran una falencia? ¿Qué significa habitar el distrito más pequeño de la provincia de Buenos Aires?

Los resultados del último censo indicaron que Tordillo, cuya ciudad cabecera es General Conesa, tiene 2.672 habitantes, de los cuales 1.276 son mujeres y 1.367, varones. Eso la convierte en el distrito menos poblado de la Provincia, algo que sucede desde hace varios años.

Sin embargo, en el censo anterior (2010) tenía 1.764 personas por lo que, a partir de los datos recientemente conocidos, también es uno de los que más crecieron en todo el país desde 2010. Es decir, incrementó un 51,5 % su población, un ritmo similar al que tuvieron los distritos vecinos de La Costa y Pinamar.

Romina Latorre es profesora en la única escuela secundaria del lugar. Se mudó desde Dolores cuando empezó a trabajar allí y ahora alterna entre los dos lugares. Cuando se le pregunta cómo es vivir en Conesa, la primera característica que surge es la de la tranquilidad. Todavía se mantiene esto de dejar las puertas abiertas, el auto con la llave, te podés olvidar una bicicleta y está allí al otro día”, dice.

Es una comunidad rural donde “todo está cerca, no hay que hacer colas ni recorrer grandes distancias para llegar a destino”.

El rol del Estado, tanto municipal como provincial, es muy importante, tanto en lo que se refiere al empleo como a la gestión de aspectos relativos a la cultura o el deporte. Latorre se sorprende del “muy buen nivel en atletismo, uno de los mejores de la Región, porque salen atletas destacados a nivel provincial, nacional y hasta panamericano”.

El dato del crecimiento de la población está, para Latorre, atado a algunas cuestiones puntuales. “Muchas familias han venido con las obras de la ampliación de la ruta 11 y se han quedado”, en tanto que también “hay una nueva generación de chicos que se han ido a estudiar y vuelven a su pueblo. Muchos se han quedado en La Plata o Buenos Aires, pero muchos han decidido volver”.

Camila Cuello tiene de 25 años y es parte de esa generación de jóvenes profesionales. Estudió en La Plata y una vez que se recibió de Agrimensora volvió a radicarse a su ciudad. Sobre la estructura económica y laboral de Conesa, explica que “la gente mayormente trabaja en el municipio, o son policías o docentes. Algunos trabajan en el peaje o en el campo”.

Desde su generación reconoce que la vida para los más jóvenes ha ido incorporando otras alternativas. “Cuando yo era chica, practicar deportes era muy limitado pero ahora los chicos tienen mucho más para hacer deportes. Muchos también van a estudiar, por ejemplo, a Dolores”.

A la hora de la diversión, Camila relata que antes “estábamos muy acostumbrados al bar antiguo, donde iban los hombres, más bien una pulpería”, pero desde hace un tiempo “hay una cervecería y hace poco abrió un barcito como para ir a tomar algo”. Eso sí, “boliche no hay, para salir se sale a una ciudad vecina pero para eso hay que agarrar ruta, con los inconvenientes que eso tiene”.

Camila estuvo viviendo en La Plata 5 años y se recibió en plena pandemia. “En mi cabeza estaba volver, porque estoy acostumbrada a la vida en el pueblo. Todo dependía de qué oportunidades laborales tendría”, dice. “Ahora hago trabajos particulares y también trabajo para el municipio”.

A la hora de evaluar los contras de la vida en su ciudad destaca que, si bien hay prestaciones de servicio y comerciales básicas, para otras cosas es necesario trasladarse. Por ejemplo, hacer las compras, el estudio o salud implica ir a Dolores, distante 50 kilómetros.

Pero aun así, el valor de la tranquilidad y de la convivencia entre conocidos es algo que ninguna de las dos entrevistadas cambiaría. Como dicen: que todo quede a 5 cuadras, no tiene precio.