A 34 años del día en el que Dolores pareció bombardeada, cómo es perder al padre en un tornado
Un nuevo aniversario del día en que Dolores pareció haber sido bombardeada. Conversamos con Pablo, el hijo del único fallecido en la jornada que cortó la ciudad en diagonal. Historias. Videos.
El 25 de noviembre de 1985, alrededor de las 4 de la tarde, la ciudad de Dolores fue atravesada por un tornado. El fenómeno cortó la ciudad en diagonal, desde el sudoeste hacia el noreste y en esa franja el viento hizo destrozos. Causó una muerte, más de 30 heridos y millones de pesos en pérdidas materiales. Fue inolvidable.
Según se estableció después, el fenómeno alcanzó la categoría F3 en la escala de Fujita, que clasifica a estos fenómenos entre F0 y F5, según los daños producidos. Esta categoría corresponde a vientos de hasta 320 km/h y provoca daños graves. Debido a que tocó tierra en una ciudad grande y causo muchos daños, se lo considera uno de los más destructivos del país. Otros pueblos en los alrededores también resultaron dañados, mientras que la tormenta también generaba otras condiciones adversas en la zona.
EL DERRUMBE DE LA MADERERA
Alpidio Vizcaíno se encontraba en su negocio, la maderera Diepa, ubicada en la calle Olavarría, atendiendo a un cliente, cuando el local literalmente se derrumbó. Treinta y cuatro años después, ENTRELIENEAS.info dialogó con su hijo Pablo, para quien las imágenes del tornado siguen presentes, “casi a cada momento”.
“Me acuerdo que estaba en la casa de una amiga, y empezó de golpe a llover con mucho viento, rompiendo ventanas. Fueron unos minutos. Cuando salimos había árboles caídos por todos lados y el cielo todo despejado, y me fui para mi casa”, nos cuenta y su relato coincide con el de todos los que estuvieron allí, los que recuerdan, por ejemplo, que la plaza Moreno, ubicada a pocos metros de la maderera, parecía bombardeada.
La historia de Pablo tuvo un desenlace más doloroso. “Alguien en el camino me dijo que había pasado algo en la Maderera: encontré a mamá, a mi padre ya lo habían llevado al hospital”, rememora. En el hospital determinaron que el padre de Pablo había muerto en el acto.
Sin embargo, como en todas las catástrofes, los sufrimientos son muchos. Porque en medio del dolor por la pérdida de su padre, “esa noche nos quedamos en las ruinas para cuidar y que nadie se llevara nada”. Y luego hubo que comenzar las tareas de reconstrucción. “A los pocos días empezamos a limpiar todo, con la ayuda de muchos vecinos y amigos”, señala.
Algo que debió hacer, también buena parte de la ciudad.