Martes 13 de mayo de 2025
13 MAY 2025 - 17:31 | Política

Murió Pepe Mujica: el expresidente de Uruguay que hizo de la austeridad una forma de vida y de la política un acto de amor

Falleció a los 89 años José Mujica, símbolo mundial de la humildad en el poder. Exguerrillero, preso político, presidente y filósofo del llano, deja una huella imborrable en la historia de América Latina y en millones de personas que vieron en él a un líder distinto.

Fue preso durante más de una década en condiciones infrahumanas, líder del Frente Amplio, senador, presidente del Uruguay entre 2010 y 2015

José “Pepe” Mujica murió hoy a los 89 años y con él se va mucho más que un expresidente: se despide un símbolo universal de la política vivida con coherencia, humildad y humanidad. Fue guerrillero, preso durante más de una década en condiciones infrahumanas, líder del Frente Amplio, senador, presidente del Uruguay entre 2010 y 2015, y quizás —sobre todo— un filósofo del pueblo.
Mujica se convirtió en un ícono global por haber vivido como pensaba. Rechazó los lujos del poder, donó gran parte de su salario y siguió habitando su chacra de las afueras de Montevideo junto a su compañera de vida, Lucía Topolansky. El “presidente más pobre del mundo”, como lo apodaron los medios internacionales, fue también uno de los más ricos en principios.
Durante su mandato, legalizó el matrimonio igualitario, el aborto y la marihuana, y transformó a Uruguay en un faro progresista de la región. Pero su legado va más allá de las leyes: está en las palabras sencillas con las que hablaba de la vida, del consumo, del amor y de la muerte. “El tiempo es lo más valioso que tenemos”, dijo una vez. “Gastar la vida comprando cosas me parece una tontería”.
Pepe no fue perfecto, ni quiso serlo. Reivindicó sus errores, sus contradicciones y sus luchas. “No soy pobre, soy sobrio. Tengo lo justo para vivir con dignidad”, respondía con sonrisa serena ante cada intento de romantizar su figura.
Hoy Uruguay llora a su referente más querido. América Latina despide a un líder irrepetible. Y el mundo entero pierde a una de sus voces más lúcidas, justas y libres.
Murió Mujica. Pero lo que representó —y representa— sigue vivo en cada gesto que dignifica la política.