El gobierno de La Doctora -que preside Alberto Fernández, El Poeta Impopular- deja transitoriamente de ser el gobierno de La Doctora para ser el gobierno de Alberto.
Con La Doctora de vicepresidenta, pero replegada en el silencio.
Alberto clausuró la etapa de presidente de decoración. Para ser empoderado como un estadista de verdad (cliquear).
En adelante, se impone olvidarse de la sucesión de papelones registrados por Alberto desde los mondongos de Vicentín.
Con el atributo potencial de dos de los tres pilares que sostienen el denominado peronismo clásico.
O el peronismo tradicional. O «Peronismo de cochería».
Los minigobernadores y Los Camperas.
Ambos polos de poder son los que pasan a la ofensiva. En desmedro, aún no asumido, de los polos de poder que responden a La Doctora apartada.
La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, que se esmera en no incorporarse a la algarabía del festejo trucho.
Y los sectores alborotados del «frepasito tardío». Los que dudan de anexarse a estructuras flamantes como Soberanos. La conduce Amado Boudou, El Descuidista.
El tercer pilar, el peronismo territorial de los gobernadores, es elegantemente prescindente.
Siguen los gobernadores el experimento con escéptica distancia.
En el país del federalismo falso, los gobernadores se fastidian. Por la centralidad absorbente de Buenos Aires.
Los minigobernadores de La Provincia Inviable son los protagonistas exclusivos de la remontada que provoca la simulación del optimismo.
La recuperación electoral permitió tergiversar la derrota, para transformarla en el triunfo imaginario (cliquear).
La utopía remite al error groseramente político de minimizar las espantosas derrotas en Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, La Pampa.
O la más simbólica. La Tierra Santa de la Cruz legitima el silencio de la Doctora.
Los Camperas son los dirigentes sindicales postergados. Se encontraban sin juego y en desuso. Con nostalgia de los tiempos de «la burocracia sindical».
Pero vuelven al primer plano. Para ser tan valorados como los minigobernadores.
Fenómeno registrado a partir del ingreso -como Premier, o mero jefe de gabinete- de Juan Manzur, El Menemcito (cliquear).
Ayudado por el Interventor Martín Insaurralde, El Jésico, El Menemcito construyó poder con lentitud.
La Doctora lo dejaba construir mientras Alberto lo comenzaba a celar.
Tenía aparte la activa colaboración de Sergio Massa, El Conductor, presente en todas las jugadas.
Ambos, Menemcito y Conductor, trafican el producto similar. Contactos con el establecimiento, nacional e internacional.
A los minigobernadores y a Los Camperas se les incorpora también la potencia cuantitativa de Los Eviteros.
Es el padecimiento institucionalmente organizado que comanda el Barba Pérsico, El Heladero. Históricas diferencias con La Agencia.
Con estos pilares, Alberto -el primer randazzista- intenta reeditar, en 2023, el proyecto de 2017. Pero ya sin Florencio Randazzo, Cartel de Chivilcoy.
Injusticia política, Randazzo cuenta los céntimos para ser diputado, mientras el randazzismo (sin Randazzo) se planta precipitadamente para 2023.
A los randazzistas originarios hoy se le suman Los Camperas que ya no espantan.
Para algarabía de Los Espartacos que pugnaron por liberarse de la esclavitud de La Doctora (cliquear).
Casi estuvieron a punto de lograrlo. Fue después del papelón de las PASO de septiembre.
La carta represiva de La Doctora hizo retroceder a los Espartacos. Pesó también la apelación a la sensatez de la señora Vilma Ibarra, Ypacaraí.
Mientras se repliega en el silencio que protege, La Doctora le da a Alberto la última oportunidad. Como si le dijera:
“Pibe, te queda la última bala, arreglá con el Fondo, dedicate a gobernar, sin echar culpas”.
A La Doctora le fue muy mal. Quiso innovar en el peronismo, retomar la idea del cambio generacional en el país de los malos finales.
Pero ahora vuelve con renovada fuerza el «peronismo de cochería».
Instruye, también, sin palabras el retroceso de la Agencia Cámpora.
Sabe que la consecuencia de la derrota es la toma de distancia.
Para cumplir, Alberto le dejó a Máximo, En el Nombre del Hijo, un mensaje telefónico a las 18.30.
Para invitarlo a la comida que tenía planificada desde el día anterior. Para pasar el mensaje más diferenciador.
La Doctora sabe que a Wado, aunque Alberto y los Espartacos le tienen ganas, por ahora lo bancan.
Especial pedido de El Menemcito. Reforzado -según la información probablemente mala- por Massa.
Los Espartacos, hoy muy agrandados, no le perdonan la movida de aquella renuncia.
Sabe además La Doctora que a Axel, El Gótico, lo soportan. Hasta ahí nomás. Pero porque no tienen otra alternativa. Remontó.
Es el turno de quienes la culpan. La responsabilizan, con fuertes fundamentos, de la debacle del Frente de Todos.
Y hoy los Espartacos se juntan para enfrentarla y emanciparse. Anularla.
La estrategia del silencio es entonces discutiblemente acertada.
Resulta paradójico que Alberto, el que fue elegido por la soberbia de un tuit, sea quien anticipe elecciones internas democráticas para 2023.
Sin candidatos elegidos a dedo. Como lo fue él.
Al cierre del despacho, la información se suple con interpretación.
La Doctora deja que le avancen con las causas judiciales. Que le piquen el boleto.
Deja que paulatinamente sea cuestionada por quienes se colgaban de su vestido.
Espera simplemente que transcurra el tiempo adverso.
Ya los va a cortar políticamente en cuadraditos.
Como la mortadela, o el queso parmesano de la picada.
Varios Espartacos participaron también en la epopeya randazzista de 2017 contra La Doctora. Como El Heladero, Kato, Juanchi, El Nietito.
Todos anotados en la nueva causa randazzista que comanda Alberto ya decidido a emanciparse. Y a delirar con la reelección.
Durante el acto irresponsable de coronación, cuando se banaliza el Día de la Militancia, Alberto ni siquiera mencionó a La Doctora.
Pero lo hizo en la comida del mismo miércoles glorioso por la noche. Para criticarla.
Para hacerla responsable de la pérdida de 10 puntos. Consecuencia del género epistolar.
En la comida histórica Alberto recomendó a los encargados de la comunicación que aportaran rodaje mediático para los tres ministros baluartes.
Zavaleta, El Juanchi; Katopodis, El Kato; y Ferraresi, el Misterio de Avellaneda.
La recomendación pudo haber sido también, con discreción casi clandestina, para Pepe Biondi.
Por la vuelta del que nunca, en definitiva, se fue.
25 de noviembre. Milei disfruta con garantías la temporada en el paraíso. El Poder del G20 cotiza mejor que el “ilusionismo socializante” de la ONU. Estilo multilateral a la carta.
19 de noviembre. ¿Y si vuelve? Entonces los inversores no la ponen. Momento pleno de inflación baja, pero de ambición larga.
07 de noviembre. Cristian Ritondo y Emilio Monzó compiten con Martín Menem por la presidencia de Diputados. Acaso peronismo sea todo aquello que subsiste después de las declinaciones de las modas dominantes.
25 de octubre. El Fenómeno Milei reconfigura totalmente la política. Es el conductor que desconoce hacia dónde dirigir la barca descuajeringada del país.