Imaginen a una chica de 18 años en busca de su primer empleo, a mediados de los ‘90. Imaginen, además, que esa chica acaba de ser contratada como camarera en un restaurante de Puerto Madero (cuando Puerto Madero no era lo que es hoy, sino una promesa). Bueno, esa chica mintió en su CV que tenía experiencia en el rubro.
Nerviosa, recién llegada desde su casa de Quilmes, decide pasar antes de su primera jornada por un viejo bar sobre la avenida Paseo Colón. Entra, se sienta a la barra y pide un café con leche al mozo desconocido y le dice que está a menos de una hora de presentarse a trabajar y que no tiene experiencia. Le pide ayuda: “Contame cómo se hace lo que dije que sé hacer”, le dice. En la media hora siguiente, ese mozo, y los demás mozos también, le darán una clase que ella aún recuerda con una alegría que la hace parecer, a sus 45 años y con el cabello mitad castaño mitad verde, aquella adolescente de 18. “No tenía una goma de experiencia”, admite.
“Esa gente de oficio me escuchó. Los tipos se re coparon. Me hicieron un mini entrenamiento. Me enseñaron a cargar la bandeja, a descargarla, me hacían subir y bajar las escaleras: ‘Agarrá la bandeja así, llevala de esta forma’, me decían. Me enseñaron de todo. Hasta a fajinar los vasos: al trapo para secar los vasos se le pone alcohol, no es que se secan y nada más. Se lustra, el vaso. Eso se llama fajinar.”
Nadie, ni siquiera ella –Carolina Puga, su nombre–, imaginaba que veinte años después se la conocería como Paulina Cocina y que sería lo que ahora se define como influencer. No había Internet en esos años. Hoy, los números asombran. Tres millones y medio de suscriptores en YouTube y casi tres en Instagram, más de dos millones en Facebook y 168 mil seguidores en Twitter. Además, dos libros publicados (Paulina & Compañía y Paulina cocina en 30 minutos) y un tercero en el horno: Manual de supervivencia sale a la venta mañana. Todo sin estudiar cocina. “Pensá que Paulina cocina es la plataforma de cocina más vista del país y una de las más vistas de Latinoamérica. Números bestiales, que no los puedo creer. Posta, no los puedo creer. Me parece una locura. ¡Es muy grande!”, comentó.
De Quilmes a Barcelona
En un muy breve resumen sobre Paulina (o Carolina) podría decirse que nació en Quilmes en 1976. Sus padres se llaman Mario y Nilda. Se crió en una casa de clase media, con dos hermanos. Estudió Sociología y tuvo varios trabajos hasta que en 2004, con ahorros, se fue a vivir a Barcelona. “Me salvé del corralito porque no puse la plata en el banco. Así que tenía unos dólares y con eso me fui”, se ríe.
En España conoció a su marido, un colombiano que prefiere el anonimato. En 2009 regresó a la Argentina con él. Tienen dos hijos: Lolo y Elena. El día antes de regresar de Barcelona, Paulina se compró una filmadora con la que aún graba sus videos. Ahí empezó todo. O tal vez antes, mucho antes.
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