Matías Mares (24) murió el miércoles 27 de enero en el Hospital Comunitario de Pinamar, producto de las secuelas del accidente que sufrió 3 días antes en los médanos de Cariló, cuando su moto chocó contra un vehículo UTV.
En medio de esa tristeza enorme, sus padres Eduardo Mares y Mariana Presta decidieron donar los órganos de Matías. “Esto que nos sucedió con Mati fue parte de un plan divino. Tiene que ser una enseñanza”, dijo su mamá en una entrevista realizada por Clarín. “Desde el cielo les está dando la oportunidad de vivir a otras personas, y eso es una satisfacción, un alivio en medio del dolor inmenso”, agregó la mujer.
Cuando el 27 de enero Soledad, una psicóloga del Cucaiba (el Incucai en la provincia de Buenos Aires) les dijo a Mariana y a Eduardo que Matías había entrado en muerte cerebral, necesitaron estar a solas para pensar qué hacer. Se fueron al departamento de Valeria del Mar que ocupaba Matías, reflexionaron, consultaron con sus más allegados y concluyeron que donarían los órganos de su hijo: corazón, riñones, hígado y córneas. “No era una decisión nada sencilla, imaginate, desconectar a tu hijo, cuyo corazón está latiendo era terrible”, confesó Mariana.
El jueves 28 comenzó el procedimiento de ablación. Pocas horas después, el viernes 29, ya en ruta rumbo a Buenos Aires, irrumpió una sensación gratificante impensada e imposible de suponer dentro del cuadro de situación: el corazón de Matías ya estaba latiendo en otra persona.
Les llegó un mensaje exultante de la psicóloga. “¡Hicieron match, hicieron match! El corazón de tu hijo es 100% compatible para una chica de 26 años, de Florencio Varela”. Mariana y Eduardo recibieron la noticia con una sonrisa de par en par. “Fue un espaldarazo y una inyección de fuerza que nos ayudó a llegar aquí a casa”, expresa Eduardo. “Usó la palabra match, que muchas veces se utiliza para saber si hay empatía en las relaciones. El corazón de Mati tenía que estar en el de una chica”, sonríe Mariana con picardía.
El sábado, un par de horas antes de darle sepultura a Matías, Eduardo recibió un mensaje via Facebook de una persona desconocida. “Quisiera hacerles saber que hoy a mi marido le trasplantaron el riñón de su hijo, órgano que esperó diez años. Mi marido, mi hijo y yo estamos muy agradecidos. Que Dios los bendiga para toda la vida”.
El martes 2 de febrero, hablando con su hermano, Mariana se enteró de que el hijo de un conocido de la familia Mares recibió el otro riñón de Matías. “Era muy loco todo, el muchacho enfermo se llama Lucas V, es el hijo de Omar, que trabajó conmigo durante muchos años. Sabía que Omar había fallecido y que su hijo estaba muy delicado pero no sabía qué tenía. Cuando nos enteramos de que el riñón de Mati fue para él, allí hicimos la asociación y nos dio mucha alegría, porque sabemos que Lucas es de buena madera. Miramos al cielo, y le agradecimos a Matías, le dijimos lo orgulloso que estábamos de él”.
Un día después -miércoles- Mariana recibió un pedido de amistad en Facebook y luego un mensaje que lo decía todo: “Gracias a la decisión de ustedes, mi papá hoy está vivo. Él necesitaba un hígado para seguir viviendo y fue el de su hijo, que llegó justo a tiempo para salvarlo. Ojalá en el mundo existan más personas como ustedes. No hay palabras para describir el agradecimiento y la emoción”.
“Es la vida más allá de la vida, no de la muerte. ¡Qué alegría que Mati siga dando vida! Espero que tu papá se recupere pronto, el de Mati es un hígado muy sano”, le respondió Mariana. Excepto las córneas, que están en un banco de órganos a la espera, “nuestro hijo ilumina a cuatro personas de las cuales tres se encontraban en estado terminal”.
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