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11 MAY 2022 - 15:55 | Sociedad

Un dolorense participó del viaje del rompehielos Irizar y realizó estudios de geomagnetismo en la Antártida

Brian Redmons pertenece al Servicio Meteorológico de Dolores. Cómo es recorrer el territorio más austral.

La bandera de Dolores en la Antartida.

Cuatro meses en la Antártida es una experiencia que moviliza y conmueve. Por lo menos eso es lo que transmite Brian Redmond, un integrante de la estación Dolores del Servicio Meteorológico Nacional que este año participó de la campaña antártica.

“Es una cosa única, inexplicable”, dijo a ENTRELINEAS sobre su llegada a un continente que, en realidad, “parece otro planeta”.

Desde el año pasado, cuando se inscribió para participar del proyecto, estuvo preparándose para este viaje. El 27 de diciembre embarcaron en el rompehielos Almirante Irízar, el mítico buque que llega hasta el continente austral. Luego de la cuarentena zarparon rumbo al Observatorio de las islas Orcadas, donde estuvieron 21 días. La tarea de Redmond estaba ligada a la recolección de datos sobre el electromagnetismo terrestre.

En Orcadas se encuentra un aparato que registra cada cinco segundos el campo electromagnético de la Tierra. “Los primeros estudios científicos que se hicieron en la Antártida”, relató a ENTRELINEAS, “fueron de geomagnetismo y la primera base observatorio permanente fue Orcadas”, lo que da cuenta de una tradición del país en el lugar. “Es importante medir allá, porque como no hay presencia humana, son los datos muy puros”, indicó.

De allí en más recorrieron otras seis bases antárticas. “Llevamos un equipo de campaña y se aprovecha la mayor cantidad de tiempo para registrar allí. Esos datos se comparan con los de años anteriores y se va marcando la tendencia”.

Si no existiera el campo magnético de la Tierra la radiación solar arrasaría con la atmósfera, explicó Redmond, quien señaló que “tiene una tendencia bajista en los últimos años, pero se cree que es un proceso normal, porque está comprobado que cada millones de años se invierten los polos”.

El viaje del Irízar, además, tiene una doble emoción, porque la nave es la encargada de llevar cada año a las dotaciones que van a invernar en la Antártida y recoger a los que estuvieron en el invierno anterior. Este año, el viaje se retrasó un mes y eso, explicó Redmond, se hizo sentir en las condiciones climáticas de quienes como él realizaron el viaje en el rompehielos.