Axel Kicillof a la Policía Bonaerense: "Vamos a ser implacables con la corrupción y con todo incumplimiento de la normativa de Derechos Humanos"
Si bien Kicillof no se refirió a la muerte del joven Luciano Olivera, sus palabras dejaban en claro la decisión de avanzar en la profesionalización que implique el cuidado ciudadano y no la persecución, el hostigamiento, ni la estigmatización.
Con un escenario marcado por la muerte por gatillo fácil del joven Luciano Olivera, de 16 años, en Miramar, el gobernador Axel Kicillof delimitó un nuevo posicionamiento para el funcionamiento de la policía provincial, al encabezar este lunes el acto donde se conmemoró el bicentenario de la creación de esa fuerza, en la Escuela Juan Vucetich, de Berazategui: “Necesitamos transformar de raíz a la policía de la provincia de Buenos Aires”, sostuvo. En el acto, donde se tomaba juramento de fidelidad a la función policial a 3000 oficiales nuevos, Kicillof fue enfático al enmarcar su discurso en los reclamos que piden “terminar con la impunidad” y “los casos de gatillo fácil” que atraviesan a la Bonaerense, aún sin nombrarlos.
La protesta que el viernes 10 reclamó por el crimen de Luciano Olivera, en Miramar, causada por un disparo en el pecho por parte de un efectivo policial, flotaba en el ambiente. Y resonó especialmente cuando Kicillof convocó a la fuerza “a reconciliarse con el pueblo de la provincia”. Pero advirtiendo: “Vamos a ser implacables con la corrupción y con todo incumplimiento de la normativa de Derechos Humanos”.
El consenso logrado con las fuerzas civiles de Miramar, que desistieron de realizar el mismo lunes, una nueva marcha en reclamo por el caso, le daba margen al acto desde en una suerte de contrato pacificador: "para no generar más violencia". Y se reprogramó esa marcha de silencio para el próximo el viernes. En ese entorno las palabras de Kicillof asumían nuevos sentidos. Los organismos que querellan por el crimen de Luciano, como la Comisión Provincial por la Memoria, coinciden en la necesidad de una reforma estructural en la fuerza. "Pero es necesario cambiar la orientación de las acciones, para que no sea ya contra los más pobres y desprotegidos que actúe la fuerza provincial", señaló la historiadora Sandra Raggio, directora del organismo.
De ahí que “hacer cumplir la ley dentro de la ley”, fuera central en el discurso de Kicillof, quien, acompañado por el ministro de Seguridad Sergio Berni, precisó: “Necesitamos una policía implacable con el delito, que haga cumplir la ley dentro de la ley”. Para eso "es necesario profesionalizar el área" y de darle “jerarquía universitaria” a la formación policial, sostuvo. Reconociendo la inversión realizada en su gestión, dado que recibió del gobierno de María Eugenia Vidal “una fuerza mal paga, mal equipad y mal formada”, repasó: “Los agentes habían perdido el 25 por ciento de sus ingresos, el equipamiento estaba destruido y tenía nserios problemas de formación”.
Contra ese balance, Kicillof subrayó: “Hemos equiparado los salarios con los que perciben las fuerzas federales, y dispuesto una inversión sin precedentes para comprar móviles y herramientas para mejorar el desenvolvimiento cotidiano”. Desde el inicio de su gobierno, aseguró, se busca "generar una transformación de raíz", con el ministro de Seguridad, Sergio Berni, a cargo del área. La reforma es necesaria para revertir el "desprestigio que acosaba a la fuerza", consideró.
Los cambios
Berni coincidió en que dotar a la fuerza de recursos y de una práctica profesionalizada es determinante en ela reestructuración. “Es el mayor desafío institucional que hayan tenido estos 200 años de historia: duplicar su capacidad operativa, en los próximos dos años”, afirmó el ministro en referencia al plan 2022-2023. “Lo vamos a hacer con los jóvenes que transformarán a una policía que no solo necesita ser más profesional, sino más cercana, comprensiva y solidaria”, destacó ante los nuevos efectivos y con el trasfondo de los graves casos de violencia institucional que arrastra la institución.
Así, el eje fue capacitar “brindándole jerarquía universitaria a una formación que se enfoca en la práctica”, en palabras de Kicillof. “Es el desafío que tenemos: una nueva policía para la provincia, que sea más humana y que forme parte de nuestro pueblo”, sintetizó el gobernador. En sus palabras podía leerse la referencia al caso del adolescente asesinado en Miramar, que el viernes reflejó, en dos protestas realizadas frente a la comisaría y al Concejo Deliberante, la reacción civil ante el accionar policial.
Si bien Kicillof no se refirió a la muerte del joven Luciano Olivera, sus palabras dejaban en claro la decisión de avanzar en la profesionalización que implique el cuidado ciudadano y no la persecución, el hostigamiento, ni la estigmatización. De ahí que sus palabras fueron retomadas por los integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria. El organismo interviene en el caso Olivera como particular damnificado institucional, por ser un mecanismo local de prevención de la tortura.
“Estamos pendientes de una reforma estructural que no implique solo un aumento presupuestario y una mayor profesionalización, sino que permita modificar la orientación persecutoria y de control sobre los sectores populares a los que hoy apunta discrecionalmente el accionar policial”, detalló Raggio a este diario. “Hay que cambiar la orientación, ya que los casos de gatillo fácil no provienen de una fuerza que criminaliza la pobreza porque sus agentes sean pobres o brutos --señaló la historiadora--, sino porque se enfoca en la criminalización de los sectores más pobres de la sociedad. Y quienes actúan así no son manzanas podridas, es un problema estructural”, puntualizó.
El recuerdo de Melmann
La ciudad de Miramar, donde ocurrieron los acontecimientos de abuso policial y reacción ciudadana, carga además con un trágico antecedente: el caso de Natalia Melmann, que hace 20 años conmovió, entre otros motivos, por el nivel de impunidad policial que expresaba. Hoy, ese sentimiento se actualiza tras el homicidio de Luciano Olivera. El hecho provocó la protesta que desembocó en el desplazamiento del comisario local Edgardo Vulcano para facilitar la investigación.
Las primeras protestas ocurrieron en las primeras horas del viernes por la mañana, “cuando todavía el cuerpo de Luciano estaba en la escena del crimen”, cuentan quienes estuvieron allí. La segunda “a las cinco de la tarde, y duró hasta las diez de la noche”. Ambas fueron reprimidas por gases lacrimógenos y balas de goma de la fuerza.
Eso enmarcó las palabras del gobernador, quien sostuvo que, para poner fin a la violencia institucional, era necesario contar con “una policía implacable con el delito”. Pero advirtiendo: “Una policía comprometida y solidaria, que haga cumplir la ley, cumpliéndola”.
Con esa declaración de principios, Kicillof confió en la posibilidad de que la Bonaerense inicie “una nueva etapa” en la que pueda “reconciliarse con el pueblo de la Provincia” y “ganarse su afecto”, sostuvo.